Berlín - La batalla de los sindicatos alemanes para lograr subidas salariales se extiende, tras la industria, a los funcionarios y los servicios, bajo la benevolente mirada de los socios extranjeros de Berlín, hartos de la moderación de los sueldos alemanes.

El poderoso sindicato IG Metall solicita a la patronal en Boblingen (sudoeste) un 6% de aumento salarial y la posibilidad de pasar de 35 a 28 horas de trabajo por semana.

"Estamos dispuestos a todo" si las negociaciones fracasan, advirtió recientemente Jörg Hofmann, líder del primer sindicato europeo, que no ha convocado huelga nacional e ilimitada desde 2003.

IG Mettal llega además a esta negociación con un fondo de 561 millones de euros, procedente de sus cotizaciones.

Pero esta demanda de subida salarial no implica solamente a los 3,9 millones de empleados de la metalurgia, que incluye a sectores automotor, industria eléctrica y electrónica, es decir, los buques insignia de las exportaciones alemanas.

¿Parálisis? 

La Federación Alemana de Funcionarios (DBB) exigió a su vez una "clara y real" subida de sueldos y pasar de 41 a 39 horas semanales trabajadas en la función pública, dijo su presidente, Ulrich Silberbach, a la revista Wirtschaftswoche.

Si no hay acuerdo antes del 17 de abril, la parálisis amenaza las guarderías, los transportes públicos o la recogida de basura.

En el sector de los servicios, el sindicato Verdi batalla con la Deutsche Post para lograr un aumento del 6% de salario de los 130.000 carteros y "convertir parte de este aumento" en vacaciones suplementarias.

"La era de la moderación salarial", clave de la competitividad alemana desde la Reunificación -en detrimento de sus socios europeos- ya ha "terminado", constataron en noviembre pasado los 'Sabios', un foro de economistas que aconseja al gobierno alemán.

El crecimiento alemán, y un desempleo históricamente bajo -5,7% en diciembre- le han otorgado a los sindicatos un gran poder de negociación.

Llamamientos del extranjero

Los sueldos en Alemania interesan más allá de las fronteras del país, pues los socios internacionales de Berlín multiplican los llamamientos para reducir el enorme superávit de las cuentas corrientes del país y para redistribuir el poder adquisitivo.

"Un aumento más rápido de los salarios en Alemania ayudaría también a sus vecinos europeos, pues contribuiría a acercar la inflación europea hacia el objetivo del Banco Central Europeo (BCE)", ligeramente por debajo del 2%, afirmaba recientemente Christine Lagarde, directora general del Fondo Monetario Internacional  (FMI).

Sumidos en laboriosas negociaciones de coalición, conservadores y socialdemócratas alemanes se han abstenido hasta ahora de hablar de salarios. El tema le corresponde oficialmente a los interlocutores sociales.

Pero el 26 de febrero, le corresponderá al ministerio del Interior, Thomas de Maizière, un conservador afín a Angela Merkel, enviar una señal política: él tendrá que iniciar las conversaciones con los sindicatos de funcionarios.  Y los recursos del Estado federal están como pocas veces muy bien surtidos.

Por Coralie Febvre

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