Su presidenta actual es la francesa Christine Lagarde.

Con sede en Fráncfort, el Banco encabeza el Eurosistema que agrupa a los bancos centrales de los miembros de la zona euro.

La política monetaria de cada estado miembro es administrada por el BCE.

Las decisiones de los bancos centrales impactan en la economía real.

A diferencia del banco central de Estados Unidos, cuyos dos objetivos principales son controlar el desempleo y la inflación, el BCE privilegia la estabilidad de los precios, manteniendo la inflación en torno al 2. Para ello, fija las tasas de interés.

Por lo tanto, sus decisiones tienen un impacto directo sobre la política de crédito de los bancos. Si la economía se recalienta, el BCE sube sus tasas: con tasas altas, los bancos limitan los créditos. Si el crecimiento cae, el BCE baja sus tasas para motivar a los bancos a dar más créditos con tasas más interesantes, lo que favorece la inversión.

Si bien el BCE puede prestar a los bancos, en teoría no tiene derecho a prestarle a los Estados miembros. Eso sería como imprimir papel moneda para financiar su déficit.