Londres - El español Joan Pons llegó al norte de Inglaterra en el año 2000, tras responder a una oferta de trabajo en un diario, y echó raíces. De repente, un día de 2016 se despertó "como ciudadano de segunda".

Así define este enfermero de Barcelona el sentimiento que le embarga desde que conoció con estupefacción los resultados del referéndum británico sobre la Unión Europea del 23 de junio de 2016.

"Quedé paralizado. Pasé dos horas sentado en el sofá mirando los resultados en la televisión y no me lo creía. Luego pasé dos meses haciendo ver que no había ocurrido. 'Todo se arreglará, no pasa nada', me decía. Hasta que un día mi hija vino de la escuela llorando porque una niña le había dicho que me iban a despedir y tendríamos que irnos del país. Cuando me preguntó si era cierto, me di cuenta de que no podía responderle. Entonces empecé a movilizarme", rememora.

Y acabó en la asociación The 3 Million, Los tres millones, de la que es dirigente y una de sus caras más visibles. Pons se ocupa de todo lo relativo a la sanidad británica, en la que trabajan al menos 140.000 ciudadanos de la UE.

Poco ha cambiado desde entonces para ellos o para los británicos que viven en la Unión Europea. Posiblemente todos se reconocen en la expresión en "el limbo", que da título a un libro acabado de publicar en el Reino Unido, en el que Pons y decenas de europeos explican sus historias personales.

"Un día, tu nuevo país decide irse de la UE, lo que significa que todas las reglas sobre las que has construido tu vida van a cambiar", dice la contraportada de 'In limbo: Brexit testimonies from EU citizens in the UK'.

"Ya no tengo nada en Barcelona"

A finales de junio, la primera ministra británica, Theresa May, presentó en Bruselas su oferta para los europeos que viven en el Reino Unido, prometiéndoles que se podrán quedar tras el Brexit.

Para Pons, que reclama conservar los derechos de que gozaba hasta ahora, la oferta es "ridícula". Lo que ofrece May es lo que afronta hoy "cualquiera que busque un permiso de residencia. No es 'generosa', es más bien ridícula", critica.

En el tiempo que ha vivido en el Reino Unido, este enfermero, que trabaja en un hospital de Gorleston, en el este de Inglaterra, ha tenido dos mujeres inglesas, tres hijos nacidos aquí, que tienen ahora 15, 12 y 5 años, y encontró una estabilidad profesional que se le negaba en España.

En tan solo un año, el Reino Unido ha perdido mucho atractivo, cree Pons. La devaluación de un 15% de la libra, el estancamiento de los salarios, y la inflación han hecho que "ahora, por primera vez desde que vine, el salario de un enfermero recién licenciado sea mejor en Barcelona que aquí".

Sin embargo, se resiste a volver. "Llevo 17 años aquí, tengo 42. No tengo nada en Barcelona, no tengo trabajo, no tengo casa. Rehacer mi vida sería muy difícil", afirma.

Además, "mis hijos son ingleses, quiero vivir en un país con esperanza y sin polarizaciones", sentencia.

Por Alfons Luna 

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