París - "Solo" 100.000 millones de dólares. Las ayudas que los países ricos (los mayores contaminadores) prometieron a los más pobres (los que más sufren el cambio climático) nunca llegaron. Una cuestión de "confianza" que podría minar la COP26.

Contexto

Durante la Conferencia del Clima de Copenhague en 2009, los países ricos se comprometieron a dar ayudas anuales por valor de 100.000 millones de dólares a los del Sur, para luchar contra el cambio climático, la transición ecológica y la reducción de emisiones. Diez años después, esta cifra está lejos de lo prometido: 79.600 millones en 2019 (últimos datos disponibles), según las cifras publicadas en septiembre por la OCDE.Estados Unidos anunció que duplicaría su contribución, un gesto que sin embargo no sirve para reducir la diferencia.

Los países más desarrollados han sido históricamente los principales emisores de gases de efecto invernadero. En la tribuna de la Asamblea General de la ONU, el primer ministro británico, Boris Johnson, anfitrión de la COP26, recordó que su país, pionero de una revolución industrial a base de combustibles fósiles, fue "el primero en enviar suficiente humo acre a la atmósfera como para alterar el orden natural". Por lo que entiende que, "cuando los países en vías de desarrollo nos piden ayuda, tenemos que asumir nuestras responsabilidades".

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Mapa del mundo con la representación de las emisiones de CO2 por habitante y por país, según el Global Carbon Atlas. Gráfico: Sabrina Blanchard y Kenan Augeard / AFP 

Desafíos para la COP26

El mayor desafío es recuperar la confianza en el proceso de la diplomacia climática.

La falta de financiación "cuesta vidas y formas de existencia", destaca Sonam P. Wangdi, presidente del grupo de Países Menos Avanzados en la COP de Glasgow. "Que se mantenga este compromiso diez años después es crucial para la confianza y para acelerar la respuesta global ante el cambio climático", añadió.

El éxito en la COP pasaría por elaborar "un paquete que presente un equilibrio justo" que puedan aceptar todas las partes, explicaba Patricia Espinosa, responsable del clima de las Naciones Unidas, durante la "preCOP" de Milán a principios de octubre. "Tener una buena perspectiva (sobre esta cantidad de dólares) instauraría la confianza y nos permitiría avanzar en otros temas", abundaba.

"Podemos esperar un sentimiento de emergencia y, quizá, una posición más firme de los países" del Sur, considera Alden Meyer, del círculo de reflexión E3G. Y un "paquete de solidaridad creíble" sería "un factor clave" para progresar en las negociaciones.

El mismo análisis que realiza Andreas Sieber, del Climate Action Network, que federa a más de 1.500 ONG por el clima. "Si la COP26 desea empezar con buen pie", debe "demostrar que los países desarrollados van a respetar, e incluso sobrepasar, sus promesas".

¿Solo 100.000 millones de dólares?

Varios actores y expertos estiman que esta cantidad de 100.000 millones de dólares es insuficiente y se ha quedado obsoleta, ya que los efectos del calentamiento global se han acelerado, provocando fenómenos catastróficos como sequías, gigantescos incendios forestales, huracanes, inundaciones...

Y si se compara con los billones de dólares destinados a relanzar la economía tras la pandemia del covid-19, esta cantidad parece minúscula. Unos programas de recuperación económica criticados, además, por su falta de ambición ecológica.

"Cabe preguntarse si, después de una pandemia ante la cual ha habido una reacción tan gigantesca y rápida, el mundo puede lograr la misma voluntad y decisión frente a la crisis climática", criticaba en diciembre de 2020 un grupo de expertos independientes de la ONU. Según ellos, no hay duda de que "los 100.000 millones deben ser la base, no el tope".

El expresidente de Islas Maldivas, Mohamed Nasheed, "embajador de la ambición" del Climate Vulnerable Forum (CVF), que representa a 48 países, propone ligar el tema de la financiación a la deuda soberana. "Vivimos bajo la presión de que quizá ya no tengamos país. Y si ya no estamos aquí, será difícil pagar nuestras deudas. Así que es razonable que los países vulnerables pidan a sus acreedores que reestructuren su deuda (...) cambiando los pagos por proyectos de resiliencia climática", explicaba durante una reunión informativa.

Símbolo e (in)justicia

Los 100.000 millones ilustran un debate más amplio sobre la "justicia climática", que en algunos puntos coincide con los problemas de desigualdad y globalización.

También existen otras controversias como la cuestión de los "daños y perjuicios"... Y las eventuales responsabilidades financieras. Así como el reparto de las emisiones en el futuro, donde países como China e India (actualmente grandes emisores) afirman que tienen un retraso en su desarrollo que tienen que recuperar. Sin contar con el movimiento de los jóvenes, que carga contra la inacción de las generaciones en el poder.

La joven activista ugandesa Vanessa Nakate, de 24 años, resume los desafíos: "Las poblaciones que menos responsabilidad tienen en el aumento de las emisiones se están enfrentando ya, ahora mismo, a lo peor de la crisis climática".

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