Bruselas - La Unión Europea (UE) aprobó el 25 de noviembre un histórico acuerdo de divorcio con Reino Unido, calificado por ambas partes como "el único posible", en un proceso inédito que, para llegar a buen puerto, necesita aún una difícil ratificación por el parlamento británico.

"Este es el mejor acuerdo posible para Gran Bretaña, este es el mejor acuerdo posible para Europa", dijo el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, al término de una cumbre extraordinaria en Bruselas en la que los mandatarios europeos respaldaron el texto junto a la primera ministra británica, Theresa May.

A los parlamentarios británicos, muchos de los cuales amenazan con rechazarlo, Juncker les invitó a "que tengan en cuentan la realidad", una advertencia similar a la lanzada por May, que se enfrenta no sólo a sus rivales de la oposición sino también a un nutrido grupo de rebeldes en su propio Partido Conservador.

La 'premier' aseguró que "en cualquier negociación, uno no consigue todo lo que quiere". "Si la gente piensa que se puede de algún modo hacer otra negociación, no es el caso. Este es el acuerdo que está sobre la mesa, es el mejor acuerdo posible, es el único acuerdo posible".

Con este primer acuerdo de divorcio de un país en la historia del proyecto europeo, Reino Unido y la UE buscan pasar página a más de cuatro décadas de relación compleja pero cuyo final deja un mal sabor de boca. El Brexit "no es un momento de alegría ni de celebración, es un momento triste y es una tragedia", aseguró Juncker.

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El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, llega a una reunión especial del Consejo Europeo para aprobar el acuerdo del Brexit, el 25 de noviembre de 2018 en Bruselas. Fotógrafo: Philippe López /AFP

El acuerdo, un mamotreto de 585 páginas, 185 artículos y 3 protocolos, adoptado por los líderes europeos recoge los términos de la salida de Reino Unido del bloque, prevista para el próximo 29 de marzo.

Estos incluyen cuestiones como los derechos de los ciudadanos europeos en Reino Unido y viceversa, la factura de 39.000 millones de libras que Londres debe pagar y la solución para evitar una frontera con vigilancia policial en la isla de Irlanda y preservar a su vez el acuerdo de paz de Viernes Santo de 1998.

La canciller alemana, Angela Merkel, calificó de "obra de arte diplomático" el acuerdo, que necesitó 17 meses de duras negociaciones, repletas de sobresaltos, para ver la luz.

De salir adelante su ratificación, ambas partes deberán negociar un ambicioso acuerdo político y de libre comercio, cuyas grandes líneas quedaron plasmadas en una declaración política, durante un período de transición que debe finalizar como máximo a finales de 2022.

La futura relación debe buscar además una solución final para garantizar una fluida circulación de bienes entre la provincia británica de Irlanda del Norte e Irlanda, cuyo primer ministro, Leo Varadkar, estimó como "muy importante" para la economía irlandesa.

 

Sin 'entusiasmo' en Westminster

La negociación enfrentó en su recta final la exigencia del gobierno español de garantizarse que tras el Brexit ningún acuerdo entre la UE y Reino Unido podrá aplicarse al territorio de Gibraltar sin el acuerdo de Madrid, algo que el Consejo y la Comisión le aseguraron en una declaración pública.

"La UE, por primera vez en estos años que llevamos como Estado miembro (...), asume la posición política del gobierno de España respecto al contencioso con Gibraltar", subrayó el presidente español, Pedro Sánchez, que había asegurado que discutiría con Reino Unido sobre la "cosoberanía" del Peñón.

Una concesión más en el acuerdo de divorcio, según los detractores de la primera ministra en Reino Unido, que se suma a tantas otras prerrogativas que consideran inaceptables.

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El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, habla durante una rueda de prensa tras una reunión especial del Consejo Europeo por el acuerdo del Brexit, el 25 de noviembre de 2018 en Bruselas. Fotógrafo: Emmanuel Dunand /AFP

Arlene Foster, líder del pequeño partido unionista norirlandés DUP de cuyos 10 diputados depende la mayoría parlamentaria de May, aseguró que el parlamento británico tumbará el acuerdo. "No parece haber mucho entusiasmo en la Cámara de los Comunes por este acuerdo. No veo ningún modo de que la aprobación salga adelante", subrayó.

Palabras que pesan como un oscuro presagio de la difícil tarea a la que se enfrentará May tras la cumbre: lograr que un parlamento británico, en el que tanto la oposición como los rebeldes de su propio Partido Conservador se han mostrado abiertamente hostiles al acuerdo, le dé su visto bueno antes de las vacaciones de fin de año.

La UE podrá a su vez empezar a concluir el nuevo impulso al bloque gestado desde la cumbre de Bratislava en septiembre de 2016 y que esperan consagrar en su primera reunión de mandatarios sin Reino Unido en la localidad rumana de Sibiu en mayo.

En un contexto de auge de fuerzas populistas antieuropeas, el presidente francés, Emmanuel Macron, urgió a "reformar" Europa para que sus pueblos "la entiendan". "El Brexit nos dice que (el proyecto europeo) no ha sabido tranquilizar a nuestros ciudadanos", advirtió.

Por Anna Cuenca y Toni Cerdà

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