Ciudad del Vaticano - Católicos y protestantes celebraron su fiesta más importante, la Pascua, ante televisores, tabletas y ordenadores, a raíz de la anulación de misas tradicionales y procesiones en gran parte del mundo por el nuevo coronavirus.

El Viernes Santo, el papa Francisco recorrió, en un silencio sobrecogedor, la plaza de San Pedro solamente acompañado por cinco reos procedentes de una cárcel de la ciudad de Padua, duramente golpeada por la pandemia, y cinco doctores y enfermeras.

A la luz de las antorchas, el jefe espiritual de 1.300 millones de católicos, que tanto aprecia el contacto con las muchedumbres, escenificó junto a ese pequeño grupo el Camino de la Cruz, el calvario de Jesús, desde su condena hasta su crucifixión y su muerte.

Un enorme contraste respecto a hace un año, cuando acompañaron al pontífice 20.000 católicos a un Vía Crucis nocturno en torno al anfiteatro romano del Coliseo, todo iluminado, como ocurre cada año desde 1964.

Más de la mitad de la humanidad, entre ellos millones de cristianos, vive confinada, mientras el virus ha causado ya más de 100.000 muertos en el mundo.

Los médicos y enfermeras, recordó el papa argentino en una declaración a Rai1, caen "muertos en el frente como soldados que dieron su vida por amor". Ellos pasarán a formar parte de los "crucificados de la Historia", añadió.

Bendición en helicóptero

"Las expresiones de piedad popular y las procesiones" como el Vía Crucis pueden ser suspendidas,  especificó a finales de marzo un "decreto en tiempo de la COVID-19" publicado por la Santa Sede.

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Una talla de Jesús con la cruz, dos trajes de penitentes de una cofradía de Semana Santa y una pantalla lista para emitir la misa de Jueves Santo, el 9 de abril de 2020 en una iglesia de la ciudad española de Burgos. Foto: César Manso / AFP

Las oraciones se hacen ahora en familia, y los fieles están privados de comunión, de bautizo, incluso de funerales en muchos países. Es prácticamente un "retorno a los primeros tiempos del cristianismo", que se vivía discretamente en la esfera privada, recuerdan los historiadores.

A los rigoristas de la liturgia, el papa ha replicado que la Iglesia no debe estar "encerrada en las instituciones". "No es fácil permanecer confinado en casa", admitió el papa, y recomendó "frenar un cierto ritmo de consumo y de producción" y "volverse a conectar con el entorno real".

En todo el mundo, el clero aplica la distancia social. En Panamá, durante el Domingo de Ramos un arzobispo bendijo desde un helicóptero.

En España, que como Italia es uno de los países más golpeados por el virus, la población ha renunciado a las famosas procesiones de las cofradías, una tradición popular que data del siglo XVI en este país.

Pódcasts pascuales

Para compensar, algunas cofradías publican fotos de procesiones en las redes sociales. "Mi hijo de 12 años pone el altavoz en el cuarto de baño y se ducha al son de los pasos de Semana Santa", contó un padre de familia en Sevilla.

Por su parte, la Iglesia anglicana empezó a difundir pódcast pascuales para sus fieles, entre ellos una lectura del Evangelio por el príncipe Carlos.

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Un peregrino cristiano ataviado como Jesucristo se detiene el Viernes Santo ante la puerta cerrada de la iglesia del Santo Sepulcro, el 10 de abril de 2020 en la Ciudad Vieja de Jerusalén. Foto: Emmanuel Dunand / AFP

Hasta hace poco, la Iglesia ortodoxa griega negó la posible propagación del virus a través de la comunión. Pero el gobierno prohibió las misas en presencia de fieles. En Pascua, que los ortodoxos celebran una semana más tarde, las iglesias de Grecia permanecieron cerradas.

Israel, que cuenta ya unos 60 muertos por el coronavirus, celebra también desde el miércoles la Pésaj, la Pascua judía, que conmemora el Éxodo desde Egipto. Pero el ambiente es sombrío en un contexto de confinamiento en el que las familias no pueden reunirse.

La epidemia se concentra en especial en los barrios judíos ultraortodoxos, donde las medidas sanitarias son menos respetadas, o claramente ignoradas. De los 9.000 contaminados oficialmente, más de un tercio son ultraortodoxos, una minoría religiosa que representa 10% de la población.

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