Bruselas - La Comisión Europea lanzó las bases de su ambiciosa transformación verde, con un paquete de propuestas con las que pretende alcanzar la meta de reducir sus emisiones un 55% para el año 2030 respecto a 1990.

El enorme programa, que aún será objeto de negociaciones en el Parlamento Europeo, introducirá gradualmente exigencias ambientales en los automóviles que promoverán la salida de escena de los modelos con motor a gasolina y diésel a partir de 2035.

El plan fue presentado formalmente por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el responsable por la política ambiental de esa institución, Frans Timmermans. "Europa es el primer continente en presentar una arquitectura verde integral: tenemos el objetivo y ahora presentamos una 'hoja de ruta' para lograrlo", dijo Von der Leyen.

De acuerdo con la funcionaria alemana, el programa "combina la reducción de emisiones de carbono con medidas para preservar la naturaleza y situar el empleo y la igualdad social en el corazón de esta transformación verde".

El lanzamiento del plan abre las puertas a una batalla titánica entre el Parlamento Europeo y los países miembros, a la que se suman grupos empresariales de presión y oenegés, en un proceso demorado.

Además del fin de los motores de combustión interna, el plan propone un impuesto al queroseno utilizado como combustible de aviación para los vuelos dentro del bloque, una idea que ya hizo encenderse las luces de alarma entre empresas aéreas.

Mercado de carbono

Uno de los puntos fundamentales del plan es la redefinición del alcance del Régimen de Comercio de Derechos de Emisión de la UE (RCDE), el mercado europeo de carbono donde las empresas adquieren derechos para contaminar.

El RCDE es el pilar central de la nueva política europea, ya que las empresas que lo utilizan representan el 40% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero en la Unión Europea.

Por el nuevo marco, la RCDE reducirá progresivamente el otorgamiento de las cuotas gratuitas de emisión hasta el año 2036. Originalmente, esas cuotas gratuitas son otorgadas a productores con sede en la UE para ayudarlos a competir con importaciones más baratas y menos reguladas.

El plan determina también que algunas importaciones (como las de productos de acero, y cemento) pasarían a estar gradualmente sometidas a las reglas de la RCDE, mediante la compra de los "certificados de emisión".

Con estas medidas, la Unión Europea espera poder aportar anualmente unos 14.000 millones de euros (más de 16.000 millones de dólares) al presupuesto. La Comisión propone también extender el alcance del RCDE al transporte marítimo y de carreteras, así como al enorme mercado de calefacción de viviendas.

 

Reacciones "enormes"

En este sentido, en la presentación del plan, el propio Timmermans advirtió que la Comisión tendrá que mostrar que la transformación verde de la economía del bloque se hará "solidaridad y justicia". En caso contrario, alertó, "las reacciones serán enormes". "Nada de lo que hemos presentado hoy será fácil. Será muy difícil. Lo sé. Pero es algo que tenemos que hacer", afirmó Timmermans.

Frans Timmermans habla durante la rueda de prensa para presentar el programa de la UE para reducir su emisión de gases contaminantes, el llamado Acuerdo Verde Europeo, el 14 de julio de 2021 en Bruselas. Foto:  John Thys / AFP

Para el eurolegislador francés Pascal Canfin, de la comisión de Medio Ambiente del Parlamento Europeo y quien será un actor central de las negociaciones, se trata de un "paquete histórico" que tendrá un impacto en el modelo económico de las industrias y las forzará a adoptar tecnologías limpias.

Las primeras reacciones no tardaron en surgir. En una nota, la Asociación Europea de Constructores de Automóviles apuntó que la idea de prohibir los motores de combustión "no es una solución racional".

"Todos los constructores apoyan la meta de alcanzar neutralidad climática en 2050 (...) pero prohibir una única tecnología no es una  solución racional en esta fase" en que el bloque aún lucha para implementar condiciones para vehículos movidos con energía alternativa, señala el texto.

En tanto, la Asociación Internacional del Transporte Aéreo (IATA) señaló en un comunicado que la idea de tasar el carburante era "contraproducente con el objetivo de la aviación sostenible". "La aviación está comprometida con la descarbonización como industria global. No necesitamos persuasión ni medidas punitivas como impuestos para motivar el cambio", apuntó la entidad.

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